Sábado lluvioso. Me dispuse a entrar dentro del dispositivo educativo en un acontecimiento relevante más como observadora que como participante. El ACTO PÚBLICO. Una vez allí uno no puede dejar de poner su lupa a trabajar porque es en esos acontecimientos donde se ponen en acto las marcas que el dispositivo inscribe en los cuerpos y en el lenguaje de los que están sujetados a su sistema de prácticas.
Para situar el momento y su ubicación témpora espacial debo describir la escena a mi llegada. Una cantidad importante de personas agolpadas unas sobre otras, en el pasillo de una escuela, tratando de escribir su nombre, apellido y número de documento en una hoja de cuaderno cuadriculada arrancada sin más, pasando de mano en mano, que luego se transformaría en el listado de los demandantes de unas horas de suplencia, para acumularlas, para el puntaje tan necesario para ejercer la docencia en el dispositivo escuela de la ciudad de Buenos Aires.
Así como el dispositivo se ve desde afuera así son los sujetos sujetados a su sistema de prácticas.
Se escuchaba por allí… Hay un cargo de preceptor en contexto de encierro… Una docente pregunta: ¿Qué es eso? Otra responde: me imagino que es un espacio donde no hay ventanas… La literalidad del lenguaje. Encierro: lugar sin ventanas.
Me fui bajo la lluvia pensando en la posibilidad de la construcción de un pensamiento crítico en los miles de adolescentes que transitan por las aulas de las escuelas medias argentinas.
La "literalidad del lenguaje" muchas veces "supongo" nos debe sacar de su "no literalidad" que en estos y muchos otros casos "encierra" de una manera tan contundente que es "insoportable". Seria interesante pasar con la lupa por la cabeza de los adolescentes que frente a eso "deben" construir algo para "sobrevivir" pensando que lo hacen para "como forma de rebelion".
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